miércoles, 14 de mayo de 2008

A la caza del vampiro


Un vampiro visual es un elemento publicitario llamativo cuya intención es captar la atención del espectador y dotar al spot de peso específico, pero que acaba apoderándose de su energía. No obstante, el valor de un anuncio es su recuerdo, y un vampiro visual puede ser el encargado de esta misión, a través del texto, la música o el prescriptor.

Hay frases míticas en la historia de la publicidad española, especialmente en el sector de la telefonía. El tierno ‘Hola, soy Edu, Feliz Navidad’ marcó una época, convirtiéndose en un referente para el público y también para la competencia. Más reciente es el ‘Que son 20 megas. A ver si te enteras’, a ritmo de rap. Pero en sendos casos, es complicado recordar a qué compañías pertenecían. ¿Telefónica, ONO…? No, eran Airtel y Jazztel, respectivamente.

Con la música sucede algo parecido. ¿A quién no se le ha metido una canción en la cabeza después de escucharla no más de tres veces? Por ejemplo, el ‘Sarabande’ de Haendel, de Levis Jeans, o ‘Love, Sweet Love’, de Calvin Klein. Son canciones que por la fuerza del anuncio o por su emotividad, multiplican su efectividad y consiguen que las tarareemos como locos, sin saber a qué anuncio pertenece.

Pero los prescriptores son, sin duda, las vampiros visuales de más fuerza. Son esos personajes públicos, que se convierten en el rostro de ciertos productos. Cantantes, actores, deportistas… Todo el mundo sabe quién es Hillary Swank, pero al preguntar por la fragancia a la que presta su imagen, nadie recuerda que se trata de Guerlain Insolence. Y aunque nos fijáramos mucho, ¿quién puede asegurar que fue Dolce & Galbana la marca de ropa interior que vistió a la selección italiana de fútbol en el Mundial de Alemania?

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